A los 44 años, Raúl Río se consideraba en forma: es un ciclista y además se alimenta de manera saludable. Aunque sus niveles de colesterol y de presión sanguínea estaban en el límite, no ameritaba el uso de medicamentos. Nunca pensó que sufriría un ataque al corazón.
Pero le ocurrió.
En el mes de marzo, en una carrera de larga distancia para recaudar fondos, Bike MS: Breakaway to Key Largo, Río comenzó a sentirse “raro”. Hizo a un lado la Trek Madone roja y blanca para tomar un refrigerio. Luego de descansar un poco, regresó a la carrera dándose cuenta de que se estaba quedando atrás. En el marcador de 61 millas, cuando tuvo dificultad para respirar, sintió presión en el brazo y hombro izquierdos y un dolor que irradiaba en el pecho, se detuvo.
Llamaron a los paramédicos. Le dieron aspirina y le hicieron un electrocardiograma. El dolor siguió en aumento. “Era tan fuerte que pensé que iba a morir”, recuerda Río. “Cuando el helicóptero me llevó a Kendall pensé, ‘Estoy volando al cielo’”.
No precisamente. En la sala de emergencia del Baptist Hospital, el Dr. Dean Heller, cardiólogo cirujano, le realizó un procedimiento mínimamente invasivo de stent (o malla) que abrió una arteria tapada.
“Me salvaron la vida”, dice Río. “Soy afortunado de estar aquí”.
Su caso demuestra que un ataque al corazón le puede suceder aun a hombres que no presentan el perfil típico de quien “espera un ataque al corazón”. Dice Heller que el caso de Río no es raro.
“Aunque era joven y estaba en forma y haciendo todo en forma adecuada”, añade Heller, “tenía ciertos rasgos, hipertensión y colesterol alto en el límite, lo que era suficiente para ponerlo en peligro”.
A pesar de que en las pasadas tres o cuatro décadas han disminuido las muertes a consecuencia de un ataque al corazón como resultado de un mejor cuidado médico, la incidencia de ataques al corazón se ha mantenido estable. De acuerdo con el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, las enfermedades del corazón siguen siendo la principal causa de muerte para los hombres en una proporción de una por cada cuatro. La mitad de los hombres que mueren repentinamente de enfermedades coronarias del corazón, no tuvieron síntomas previos.
Río admite que fue uno de muchos hombres que tienden a creer que un ataque al corazón es algo que sucede a hombres de mayor edad. Pero de hecho, los problemas del corazón no son raros en hombres jóvenes. Las enfermedades del corazón son la segunda causa de muerte en hombres entre las edades de 35 y 44 años, luego de los accidentes.
Aun más, mientras que la edad promedio de un ataque al corazón en hombres es 65 años, tanto como el diez por ciento de todos los ataques al corazón ocurren antes de los 45 años, mayormente a hombres. La enfermedad coronaria arterial es la razón predominante para estos eventos cardíacos.
“Hay muchos componentes para las enfermedades del corazón y la genética de los hombres jóvenes es una importante”, dice el Dr. Randy Katz, director de la sala de emergencias del Memorial Regional Hospital en Broward. “Así también lo es el estilo de vida. Aunque puede modificar el estilo de vida, como sociedad hemos hecho poco para controlar esa parte”.
Aunque algunos ataques al corazón en hombres jóvenes pueden tener raíz en anormalidades congénitas de las arterias coronarias, muchos de los casos de enfermedades del corazón pueden adjudicarse al estilo de vida, incluyendo factores de riesgo conocidos comúnmente como fumar, obesidad, diabetes, presión sanguínea alta, altos niveles totales de colesterol y niveles bajos de colesterol “bueno”. Un estudio realizado con más de 3,500 hombres, encontró que un hombre que no tenga ninguno de los seis tiene solo un cinco por ciento de riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular hasta los 95 años. Pero un hombre con dos o más factores de riesgo tiene un 69 por ciento de probabilidad.
La educación pública sobre el peligro de jugar con estos factores de riesgo ha sido de ayuda. Por ejemplo, ha bajado el hábito de fumar. Sin embargo, la obesidad no ha disminuido, lo que también puede provocar diabetes y problemas de colesterol.
Katz añade que los hombres más jóvenes también “tienden a ignorar los síntomas. Cuando sienten algo lo descartan o no lo reconocen”.
Como prueba el caso de Río, recibir atención médica inmediata es la diferencia entre la vida y la muerte.
“Los hombres, más que las mujeres, son más propensos a estar en negación de los síntomas”, dice el Dr. Robert Myerburg, profesor de medicina y fisiología en la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami. “Ellos dicen, ‘Lo atenderé en un par de días’ y lo descartan”.
Es una mala decisión. El tiempo es esencial para tratar los ataques al corazón. Las nuevas guías para tratar STEMI, siglas en inglés para el infarto del miocardio con elevación del segmento ST, o el tipo más severo de ataque al corazón, se pusieron al día en diciembre de 2012 por la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología. Las guías nacionales detallan el mejor plan de tratamiento que los médicos deben seguir e incluye una regla de oro, que el tiempo entre el primer contacto médico hasta que el médico abre una arteria tapada debe ser de 90 minutos o menos.
Pero las mejores guías y cuidado médico pueden ser inútiles si el paciente no busca atención médica inmediata. Aun para los que sobreviven un ataque al corazón, un tratamiento rápido implica menos daño al músculo del corazón.
Río está consciente de eso.
“Todos mis amigos están sorprendidos de que esto me sucediera a mí”, dice. “Pero si tenía que suceder fue en el lugar apropiado y en el momento adecuado. Los paramédicos me dijeron que dos minutos más y hubiese muerto.”
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