Susana Suárez tenía 17 años cuando debutó como jugadora senior del equipo de baloncesto femenino de la Universidad de León. Tras finalizar uno de sus entrenamientos habituales sufrió una parada cardiaca o muerte súbita.
¿Es la 'ley del buen samaritano' la mejor solución?
Rememora que, en ese momento, estaba recogiendo pelotas. “Me agaché a coger una. Me noté algo mareada, pero no logro acordarme de nada más. Al parecer, me caí redonda al suelo y ni me enteré. Después me contaron los médicos que mi corazón había dejado de latir de repente. Afortunadamente,una trabajadora del Servicio de Deportes de la Universidad utilizó un desfibrilador y me salvó la vida. Fui una auténtica afortunada. Si no es por ella, no estaría ahora contándolo. Cuando llegó el servicio de emergencias ya estaba consciente y casi dispuesta a salir andando”, relata.
Susana lleva ahora una vida normal: “Estudio comercio internacional y, aunque no realizo deportes de contacto como el baloncesto debido a que llevo colocado un desfibrilador automático implantable (DIA), practico natación y gimnasia”.
Los cuatro eslabones de la cadena
Cada año, dentro de nuestras fronteras, 24.000 personas de cualquier edad, sexo o condición física caen fulminadas por parada cardiaca (PC) o muerte súbita. Esta es una realidad, pero hay otra establecida por las estadísticas que revela que una sola persona de cada 20 afectadas sobrevive gracias a una atención inmediata. Lo llamativo, pero sobre todo esperanzador, es que se calcula que muchas más, hasta un 75% de las víctimas, podrían seguir con vida con medidas sencillas.
La parada cardíaca, la principal causa de muerte prematura en España, aún suele confundirse con el infarto, y no es lo mismo
Sin embargo, y pese a su notoriedad, según una encuesta encargada en 2010 por el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar, solo el 55% de la población afirma conocer lo que es un parada cardiaca y las tres cuartas partes de los encuestados reconoce no saber cómo actuar ante esta ella.
Verónica Almagro, coordinadora nacional del Programa de Resucitación Cardiopulmonar (RCP) de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y representante de esta sociedad en el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP), lo explica: “El aumento de la supervivencia depende de los cuatro eslabones de la llamada ‘cadena de supervivencia al paro cardiaco’. Reconocimiento y alerta urgente de la población, que llama al 112; realización precoz de RCP por los testigos; uso rápido del desfibrilador automático externo (DEA); atención de soporte vital avanzado por parte de los servicios de emergencias médicas (SEM) y comienzo de los cuidados post-resucitación”.
La salud no es sólo cosa de los sanitarios
¿Qué significan realmente estos cuatro pasos clave? Ante todo saber que la parada cardíaca, la principal causa de muerte prematura en España, aún suele confundirse con el infarto. No es lo mismo. Cuando se sufre un paro cardiaco se pierde la consciencia de forma inmediata y la persona se desmaya, porque se detiene la circulación de la sangre y también la del suministro de oxígeno al cerebro. Si un paciente entra en este estado, la muerte es inminente; por lo tanto, requiere de intervención inmediata a través de reanimación cardiopulmonar. Es decir: compresiones torácicas externas y respiración artificial. Para ello es fundamental que la población esté entrenada en este tipo de maniobra de primeros auxilios.
Las posibilidades de conseguir una desfibrilación exitosa se reducen un 10% por cada minuto que se retrasa su aplicación
José Luis Zamorano, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, destaca que “España tiene excelentes profesionales médicos, muy comprometidos con la salud y con la investigación. Sin embargo, la salud no es sólo cosa de los sanitarios, sino que es un trípode que está sustentado sobre los profesionales, el Gobierno y -no lo olvidemos- también la población. Son los tres pilares básicos. En este sentido, la educación a la ciudadanía, la formación no solo de los médicos, es fundamental para casos de emergencias como la muerte súbita. Se trata de concienciarnos todos no sólo para elevar la disposición de recursos, sino también para impulsar la educación sanitaria destinada a identificar casos de emergencias y poder así contribuir a su atención temprana”.
Recientemente la Comisión de Educación y Deporte del Senado ha aprobado la moción que recomienda la inclusión progresiva (bien como contenido obligatorio, bien como transversal) en los programas de educación primaria y secundaria de los contenidos de seguridad vial, primeros auxilios, protección civil y autoprotección. Uno de los objetivos fundamentales de la misma: que toda la población sepa identificar y actuar ante una parada cardiaca.
El ‘reinicio’ de la función Buena parte de los casos se debe a lo que se denomina fibrilación ventricular. Otras condiciones que pueden desencadenarlo son, por ejemplo, el ahogamiento, traumatismos, descargas eléctricas, reacción a anestesias o fármacos.
La fibrilación ventricular o taquicardia ventricular, la causa más común de PC (otras son ahogamiento, traumatismos, descargas eléctricas, reacción a anestesias o fármacos) es una condición médica que seguramente la mayoría de los españoles lograr identificar cuando rememora el fatídico caso del futbolista del Sevilla Antonio Puerta, que cayó desvanecido repentinamente en medio de un encuentro. Está ampliamente demostrado que la desfibrilación precoz es el único tratamiento efectivo de un paro cardiaco súbito causado por las condiciones médicas señaladas anteriormente. La misión del desfibrilador es impulsar una corriente eléctrica a través del corazónaplicándola mediante unos electrodos situados en el tórax de la víctima para lograr el ‘reinicio’ de su función. Las posibilidades de conseguir una desfibrilación exitosa se reducen un 10% por cada minuto que se retrasa su aplicación.
Todas las comunidades autónomas, menos Madrid, han ido regulando por decreto el uso e instalación de desfibriladores
Como explica el doctor Zamorano, “una vez se sufre una parada cardiaca, cada segundo que pasa es vital para no sólo recuperar la vida de nuestros pacientes, sino, más importante, recuperar su calidad de vida. No se trata sólo de elevar la supervivencia, sino de permitir que nuestro paciente pueda seguir teniendo una vida plena, social, laboral, de ocio… que supere el trágico evento y pueda volver a disfrutar de su vida. Para ello, de nuevo, educar a todo el mundo para saber qué se tiene que hacer y dónde solicitar ayuda son clave”.
Fue en 1994 cuando la American Heart Association (AHA) celebró la primera conferencia sobre Acceso Público a la Desfibrilación (APD) y señaló los espacios públicos donde se deberían instalar estos dispositivos. En 2002, el Consejo Europeo de Resucitación (ERC) y la Sociedad Europea de Cardiología elaboraron un documento sobre el uso del DEA en Europa definiendo una serie de estrategias para su implementación.
Elevando las posibilidades de supervivencia al 50%
“Hace más de una década que se comenzaron a utilizar los DEA en España, y fue Galicia la que reguló por primera vez su empleo por personal no sanitario (Decreto 251/2000, de 5 de octubre). Desde entonces, estos aparatos se han ido instalando a lo ancho y largo de nuestra geografía en empresas, intercambiadores de transporte, gimnasios, grandes almacenes, aeropuertos, etc., con el objetivo de aumentar la supervivencia a un PC. Todas las CCAA, menos Madrid, han ido regulando por decreto su uso e instalación. Pero la realidad constatada por los estudios científicos publicados en los últimos años es que el aumento de la supervivencia de las víctimas no sólo depende de la instalación estratégica de los desfibriladores, sino de la implementación del resto de eslabones de la cadena de supervivencia. La combinación de maniobras de reanimación y desfibrilación precoz por testigos de un paro cardiaco dentro de los 3-4 primeros minutos puede elevar las posibilidades de supervivencia al 50%. Sin embargo, sólo a una de cada cinco víctimas de PC se le practica reanimación por los mismos”, afirma Verónica Almagro.
Hay que lograr que el público pierda el miedo a actuar ante un paro cardíaco para lo que debemos promover que esta ayuda vital esté amparada por la ‘Ley del Buen Samaritano’
Todas las CCAA que regulan el uso del DEA por personal no sanitario establecen la obligatoriedad de comunicación al organismo correspondiente del lugar donde se instalan. Como aclara la coordinadora de RCP del SEMES, “Cataluña y Andalucía ya han regulado en sus últimos decretos la obligación de su instalación en determinados espacios con gran afluencia de público. No obstante, no existen datos oficiales a nivel nacional que permitan elaborar un mapa global con su localización. Lo ideal sería que todos los desfibriladores que formen parten de programas de APD fueran instalados en soportes conectados por telefonía con la central del 112, de forma que ante la retirada del aparato del sensor de presión donde se colocan, la alarma saltara en esa central para el envío inmediato de una unidad de soporte vital avanzado por parte del SEM, mientras los operadores de emergencias obtienen más información y proporcionan instrucciones sobre la realización de resucitación cardiopulmonar. Estos sistemas conviven con el simple registro de ubicación de los desfibriladores y el establecimiento de un protocolo de llamada urgente al 112”, agrega la experta.
Admite, además, que los avances tecnológicos han propiciado iniciativas como el desarrollo de aplicaciones para teléfonos móviles, que localizan el desfibrilador más próximo e, incluso, alertan a voluntarios con formación en técnicas de reanimación para que puedan responder a un paro cardiaco próximo. “No sólo es necesario conocer la ubicación de los DEA en zonas públicas, sino poder garantizar su accesibilidad de forma ininterrumpida las 24 horas del día y los 7 días de la semana”, apostilla.
La ‘ley del buen samaritano’ Pese a todo, hay barreras que aún no se han superado y que colectivos como la Asociación HC Segunda Oportunidad trata de derribar. Antonio Alba, su presidente y fundador, lo explica: “Queremos fomentar no sólo el conocimiento para saber actuar ante un paro cardiaco, sino también lograr que el público pierda el miedo a hacerlo y promover que esta ayuda vital esté amparada por la ‘ley del buen samaritano’” aún no vigente en nuestro país pero que estamos instando a que el Gobierno la apruebe”.
Es un absurdo que en un autobús de línea que pasa por dos CCAA pueda utilizarse el desfibrilador o no en función de en qué comunidad esté
Antonio Alba tenía 43 años cuando al salir del cine y tras llegar a su casa materna se desvaneció.“Yo estaba tan tranquilo, no sentí nada que me hiciera presagiar que en un momento, un segundo, todo se podía acabar. Tuve la suerte de que fui a casa de mi madre, que vive a 70 metros del servicio de emergencias. Ella supo enseguida qué pasaba. Mi mujer estaba bloqueada. Llegaron en tan poco tiempo que aquí estoy. Y además tuve la fortuna de poder acceder a rehabilitación cardiaca, un servicio que desgraciadamente escasea en España. Tras un año de baja en el que no te atreves a hacer nada por miedo a que te pase algo y en el que asimilas lo que te ha pasado, me puse a investigar. Me di cuenta de que en Italia había una asociación que luchaba para que otras personas tuvieran una segunda oportunidad, me orientaron y formé Segunda Oportunidad”, relata.
Por este motivo, y junto con CERCP y el apoyo de Philips, acaban de llevar a cabo la campaña ‘Date una segunda oportunidad’. “En otros países, la denominada 'ley del Buen Samaritano’ exime de cualquier problema legal al ciudadano que voluntariamente realiza una reanimación; sin embargo, esta ley no está vigente y cada comunidad autónoma aplica una normativa al respecto, más o menos permisiva sobre si cualquier ciudadano pueda aplicar un DEA. Hoy se están produciendo algunas situaciones absolutamente absurdas, como que en un autobús de línea que pasa por dos comunidades autónomas pueda utilizarse el sistema de desfibrilación o no en función de en qué comunidad esté”, detalla Antonio Alba.
Eximiendo de responsabilidad al personal no acreditado Todo a pesar de que, insiste, lo desfibriladores “son altamente seguros, dado que sólo actúan en los casos necesarios, te dan instrucciones en cada momento, son intuitivos y sencillos. Más que un móvil”.
Para Verónica Almagro, “es fundamental establecer cambios legislativos a nivel nacional que aborden el entrenamiento obligatorio en RCP durante la etapa escolar, la uniformidad de las normativas autonómicas que regulan el uso del DEA por personal sanitario, y una autorización legal menos restrictiva para el uso en lugares públicos de desfibriladores por personal no acreditado que la establecida actualmente en los decretos autonómicos, que se base en las ‘Leyes del Buen Samaritano’ promulgadas en otros países y que tratan de fomentar la prestación voluntaria de socorro por parte de testigos protegiéndoles legalmente contra demandas”.
Estamos hablando de precios en el mercado que oscilan entre los 900 y los 1.600 eurosAlgunas CCAA van por delante y ya eximen de responsabilidad en el uso del desfibrilador al personal no acreditado mediante la formación estipulada, como Baleares. U otras que van actualizando sus decretos en este sentido, como Cataluña. El CERCP también propugna la formación en RCP básica y DEA de los llamados primeros intervinientes institucionales: policía, bomberos, salvamento en playas y vigilantes de seguridad de edificios de pública concurrencia,” explica.
El presidente de HC Segunda Oportunidad destaca como ejemplo el caso de la Federación de Futbol de las Illes Balears, que “colocó los desfibriladores hace tres años y ya se han salvado dos vidas. Un portero juvenil en Santanyí y otro jugador en Menorca. Estas dos vidas compensan todo el esfuerzo económico que tuviera que hacer la Federación. De hecho, sus equipos no juegan encuentros si al campo donde acuden no están estos dispositivos.Estamos hablando de precios en el mercado que todos pueden comprobar en Internet y que oscilan entre los 900 y los 1.600 euros, claramente asumible por relación coste-eficacia”.
Gracias también a la colocación de uno de estos desfibriladores en el pabellón Andrés Casado de Getafe durante el I Torneo de Baloncesto Aristos- Wayne Brabender, el año pasado, Moncho Monsalve, jugador de baloncesto del Real Madrid y de la selección española y, posteriormente, entrenador, lograba superar el paro cardiaco que sufrió mientras disfrutaba de un encuentro el año pasado.
“Estaba sentando viendo el partido y me desvanecí. Al parecer, fue un cámara que grababa el encuentro el que me vio se y lanzó la voz de alarma. Tuve la suerte de que hubiera un desfibrilador en ese momento. Desgraciadamente, no siempre es así. Tras mi caso, aquí en Murcia, donde resido, me enteré de que un niño jugando al fútbol y una niña al baloncesto sufrieron muerte súbita sin que nadie pudiera salvarles. Se puede hacer mucho por salvar vidas, sólo es necesario que se tome conciencia de este problema tan frecuente y se tomen medidas”, destaca Monsalve.
Él, como Susana y Antonio Alba, viven con un desfibrilador automático implantable, al igual que todos los pacientes que han sido reanimados de un paro cardiaco. Todos representan el verdadero significado de volver a nacer, simplemente, porque tuvieron la suerte de sufrir una parada cardiaca en un lugar determinado con una equipación sanitaria determinada. Pero las emergencias no se deberían dejar lugar al azar.